martes, 13 de marzo de 2012

LAS CIEN VOCES DEL DIABLO

         Si la primera novela de Ana Cabrera Vivanco me sorprendió por la magia y la forma de escribir de esta mujer, la segunda no se ha quedado muy atrás. Las cien voces del diablo  atrae al lector desde la primera frase, con la que recuerda a Crónica de una muerte anunciada, y desde que sabes que algo va a pasar pero no tienes ni idea de cómo y no puedes dejar de leer. Toda la novela es pasional, cubana, visceral y bella a la vez, con ese aire fresco que sólo te dejan las buenas novelas hispanoamericanas, con las que disfrutas leyendo cada página para que siga la historia pero sin querer que termine y desaparezca esa magia.

        Esta es una de esas novelas, con personajes duros que tienen su lado bueno y su lado malo, con caracteres que van más allá de lo natural y que los hace únicos e irrepetibles. La historia vuelve a centrarse en un personaje y la saga familiar de la que forma parte aun antes de nacer, este personaje aparecerá inmerso en las relaciones entre los otros personajes de su familia y del pueblo, y marcará el rumbo que sigue la novela.

         Es una historia de fincas, de familias, de mujeres valientes, de erotismo y ambientes exóticos y supersticiones pero a la vez, de pasiones reales de siempre, de personajes que se ven ligados a las convenciones y no pueden salir de ellas, y por supuesto de la belleza en el lenguaje,que te hace recordar a García Márquez, la primera Isabel Allende o incluso a García Lorca, tanto en los diálogos como en la narración.

       Sigo creyendo que algún día Ana Cabrera Vivanco tendrá el reconocimiento que se merece por conseguir lo que parecía que ya había marchitado: despertar el realismo mágico.

Aquí dejo un fragmento de uno de los capítulos, que no revelan nada pero sí deja indicios de las sensaciones que transmite la novela y que no se pueden describir con palabras:

"Una noche Amanda, que pasaba de los raptos de pasión a las más tiernas y lánguidas zalamerías, le pidió a Lucifer que compusiera para ella un madrigal donde cantara a la luna. Su amante se negó rotundo, argumentando que ningún poeta en el mundo que se preciara de serlo, le robaría a Lorca su luna. Amanda quedó pensativa. Jamás pudo imaginar que la luna tuviera más dueño que Dios y tildó al poeta de egoísta y jactancioso por no prestarla a su amante al menos por una noche".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Coincido contigo, Mar Ta. He leido las dos novelas y tengo esa misma sensación de magia. Es como si las palabras te envolvieran. No sé explicarlo mejor. Me encanta esta autora cubana. Ahora acabo de ver que va a publicar nueva novela La voz del silencio. Lo he visto anunciado por las redes. Habrá que ponerse en ello y buscarla. Saludos desde Canarias. Avellaneda.