Esta novela describe los recuerdos de la infancia de la autora, Teresa de la Parra, y lo hace recordando cada detalle desde su niñez. De tal forma que cada párrafo de la obra está descrito con una delicadeza y sencillez que permite ahondar más en la perspectiva que tiene una niña sobre la Hacienda en la que vive, los juegos, actitudes y las personas que va conociendo. Es decir, se trata de una perspectiva realista pero vista desde el prisma de la niñez y la inocencia, por lo que es dificil no leer los capítulos con una sonrisa en los labios.
Aquí pongo un ejemplo de uno de los párrafos:
"Blanca Nieves, la tercera de las niñitas por orden de edad y de tamaño, tenía entonces cinco años, el cutis muy trigueño, los ojos oscuros, el pelo muy negro, las piernas quemadísimas de sol, los brazos más quemados aún, y tengo que confesarlo humildemente, sin merecer en absoluto semejante nombre,
Blanca Nieves era yo.
Siendo inseparables mi nombre y yo, formábamos juntos a todas horas un disparate ambulante que solo la costumbre, con su gran tolerancia, aceptaba indulgentemente sin hacer ironías fáciles ni pedir explicaciones. Como se verá más adelante, la culpa de tan flagrante disparate la tenía Mamá, quien por temperamento de poeta despreciaba la realidad y la sometía sistemáticamente a unas leyes arbitrarias y amables que de continuo le dictaba su fantasía. Pero la realidad no se sometía nunca."
No hay comentarios:
Publicar un comentario